A las dos en el abrevadero

Desde el Cerro de los Cocas, pasando por Cantarranas, las Cuevas de las Yeseras, nos dirigimos hacia el Este, en busca del llano para, una vez pasada la Rambla de Valcabra,cambiar el rumbo dirección Sur, siempre cerca del trasvase y de la citada rambla. Las vistas de Baza y de toda la comarca son impresionantes, y la sensación de pequeñez que producen estos llanos, se incrementa cuando las figuras de los caminantes, disminuyen a medida que se alejan del observador. Pasamos por varias cortijadas abandonadas, que guardan en sus alrededores restos de un pasado que es fácil imaginar. La antigua maquinaria agrícola,que especialmente me gusta, se convierte en un amasijo de herrumbre y madera vieja. Al final de muchas e íntimas sensaciones nos acercamos a la cortijada del Francés, donde las antiguas construcciones conviven con las reconstruidas. Aunque había muy poca gente en el poblado, la única persona que vimos mostró hacia nosotros una gran cordialidad, cosa que agradecemos. Al alejarnos

Le temíamos por algo, por algo tan sencillo como no saber por donde se llegaba a ella. Lo decimos así, como suena, con todos los respetos a los autores de los textos que hemos comentado, no nos aclarábamos con las indicaciones. Subir desde Narváez , fue toda una aventura,hasta Cayetano ( el perro de Jesús), creo que pasó momentos de desconcierto. Hasta el Cortijo de Casimiro , todo bien, pero a partir de ahí, las interpretaciones del mapa eran diversas, y aunque la orientación no se perdió en ningún momento, el lugar idóneo del descenso hizo que los hasta los buenos guías se complicaron un poco. Al final el camino se fue abriendo paso ante nosotros hasta que llegamos a campo abierto y nos topamos con el Cortijo de las Molineras , situado en un enclave único, recién restaurado y que en breve se ofertará al público para turismo rural. Buena pinta tiene, desde luego. Ya en el último tramo, cruzamos un barranquillo y llegamos a la deseada torre, pero....... que pasa?. Hay gente para todo

La mañana primaveral, aunque algo fría, alentó a los andarines del Bancal, que iniciaron el ascenso desde el cortijo del Bas, o del Bar, según alguna, en qué estarán pensando. A través de almendros floridos, atravesamos el Llano del Parral, hasta llegar a la Rambla de Granada, una vez cruzada, nos enfrentamos a la prueba más dura del día, subir la cuesta de Barea, o cuesta Bermeja. Una vez arriba, el paisaje de nuestra querida tierra era impresionante, pero no nos habíamos repuesto cundo una manada de ciervos, acabó de emocionarnos la mañana. Poco a poco llegamos al cortijo. Unos cazadores amigos nos proporcionaron un rato agradable de charla, imaginamos el día que les esperaba comiendo y bebiendo después de la jornada de caza, pero nosotros teníamos que volver. En un recodo del camino repusimos fuerzas e iniciamos el descenso por el carril privado que discurre junto al Barranco del Lastonar del Rey hasta llegar de nuevo a la Rambla de Granada y encarar el llano hasta el punto de parti